miércoles, 10 de noviembre de 2010

Mensaje del día

Del libro Derrotero de Francisco Cândido Xavier, ditado por el espíritu Emmanuel...



"Finalidade

El hombre está sumergido en un anchoo océano de pensamiento y se nutre en gran proporción de sustancia mental.
Toda criatura absorbe, sin percibilo, la influencia ajena por meio de los recursos imponderables que equilibran su existencia.
De los pensamientos que atrae el alma recoge, bajo la forma de impulsos y estímulos, las fuerzas que sustentan sus actividades en el lugar en el que se coloca.
En el orden material del mundo, el hombre podrá extender muy lejos el radio de sus propias realizaciones pero, sin la energía mental que cimente sus manifestaciones, nada conseguirá efectivamente.
Sin los rayos vivos y diferenciados de esa fuerza, los valores evolutivos dormirían latentes en todas direcciones.
La mente, en qualquier plano, emite y recibe, da y recoge, y se renueva constantemente en dirección al alto destino que cabe alcanzar.
Estamos asimilando corrientes mentales en forma permanente.
De modo imperceptible " ingerimos pensamientos", a cada instante y proyectamos, en torno de nuestra individualidad, las fuerzas que generamos en nuestros mismos.
Por eso, quien no se capacita para conocimiento más elevados, quien no ejercita la voluntad para sobreponerse a las circunstancias  de ordem inferior, padecerá, invariablemente, la imposición del medio en el que se encuentra.
Noa afectan las vibraciones de paisajes, personas y cosas que nos rodean.
Si nos dejamos influenciar por impresiones ajenas de enfermedad y amargura, inmediatamente se nos altera el "tonus mental", inclinándonos a la franca receptividad de molestias indefinibles.
Si nos consagramos a la convivencia  con personas laboriosas y dinámicas, encontramos valioso apoyo para nuestros propósitos de trabajo y realización.
Principios idénticos son los que rigen las relaciones de unos con otros, espíritus encarnados y libres de los lazos fisiológicos.
Conversaciones alimentan conversaciones.
Pensamientos amplían pensamientos.
Permanecemos con quien nos es afín.
Hablamos siempre o siempre actuamos a través del grupo de espíritus al que estamos ligados.
Nuestra inspiración proviene del conjunto de quienes sienten como nosotros, así como el curso del agua es comandado por la vertiente.
Somos obsesos por amigos, errantes o encarnados y auxiliados por benefactores, en qualquier plano de la vida, de conformidad con nuestra condición mental.
De ahí la imperiosa necesidad de nuestra constante renovación orientada hacia el bien infinito.
Trabajar incesantemente es un deber.
Servir es elevarse.
Aprender es conquistar nuevos horizontes.
Amar es engrandecerse.
Al trabajar, y servir, al aprender y amar, nuestra vida íntima se ilumina y perfecciona, además de entrar paulatinamente en contacto con los grandes genios de la inmortalidad gloriosa."

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